Concurso: Hábitat centrado en las Personas. Diseñando soluciones que favorecen la vida autónoma de las personas mayores y dependientes.

Los problemas en las residencias para la atención y cuidado de las personas mayores evidenciados durante el confinamiento denotan la precariedad de estas dotaciones. Sin embargo, lejos de tratarse de una novedad reflejan conflictos existentes que permanecían silenciados. Se pretende analizar la unidad de convivencia o habitación, la relación con el resto de los espacios de la residencia y con su entorno con la intención de detectar potenciales conflictos en su utilización que responden a un marco teórico basado en la lectura de literatura especializada sobre la situación de este colectivo.

Se plantea una solución para un solar concreto donde se aplican estas ideas con la finalidad de contextualizar la propuesta. Se estructura la reflexión en torno a siete parámetros fundamentales para garantizar el hábitat digno de las personas mayores.

Derecho a la ciudad

La relación con el barrio, permite continuar con las rutinas que una persona ha realizado a lo largo de su vida. Es fundamental para mantener las relaciones personales y sociales. La residencia se encuentra en el interior del barrio, bien conectada. Romper estos vínculos aisla a la persona.

El umbral

Se establecen mecanismos que permiten aproximaciones más graduales, el residente se siente en un lugar más próximo. El balcón acerca la vivienda a la calle y permite que aquellos que en algunas circunstancias no pueden salir, tengan contacto con ella, aunque sea visual. El patio acerca a la naturaleza. Y en la escala del edificio, se generan pequeños retranqueos, espacios que se ensanchan y se convierten en vestíbulos previos a la vivienda, permiten encontrarse con el otro y establecer relaciones informales, ocasionales.

La unidad mínima

Toda unidad mínima debe contar con espacios públicos y privados, lo cual establece la relación de delicado equilibrio entre lo colectivo y lo personal.  La inexistencia de un espacio propio al funcionamiento equilibrado de la unidad de convivencia, pues el espacio colectivo pierde su sentido como mecanismo de encuentro social y relación.

Accesibilidad

Las actuaciones de mejora de estos escenarios arquitectónicos no solo repercuten en un beneficio para las personas con movilidad reducida, sino que convierten el espacio en un entorno rico y de aprendizaje desde la diversidad. Por otra parte, la adaptabilidad de una vivienda promueve y facilita una mayor autonomía de personas potencialmente dependientes mejorando su calidad de vida y la de aquellas que se encargan de su cuidado.

Personalizar

Si cada uno de los habitantes puede hacer suyo el espacio, llevar sus objetos personales: la lámpara de techo, el sillón, la alfombra en la que ha jugado con sus nietos o la lamparita de noche que le ha acompañado en las lecturas nocturnas, se sentirá en un lugar personal, propio, que no es de paso. El espacio se irá convirtiendo poco a poco en un nuevo hogar dónde continuará almacenando recuerdos.

Los cuidados

El cuidado se realiza de manera colectiva, cada persona puede cuidar de sí misma y gran parte de las tareas que se realizan en una residencia se comparten. Esto propicia un sentimiento de utilidad, de pertenencia a un grupo que muchos mayores han olvidado. El trabajo social, incorporar a los asistentes en la vida comunitaria, hace que formen una gran familia siendo esta una de las partes más importante de todo este proceso.

La comunidad

Las personas que viven en las residencias deben seguir formado parte de la comunidad a la que pertenecen y tienen derecho a poder seguir participando en la vida social. Se requiere de nuevos modelos de atención que mejoren la calidad de vida en cuanto a las relaciones personales, las relaciones familiares, los vínculos, la inclusión social y las expectativas y deseos de las personas.

Año
2021
Concurso
enmiHabitat
Arquitectos
Carla Sentieri + Belén Fernández del Moral Mestre
Imágenes
Belén Fernández del Moral Mestre